1 de diciembre de 2011

Siempre hay días para recordar, ese fue uno de ellos. Aquella tarde, tu mirada dijo algo más, aunque no prometió nada, y ese abrazo fue tan real… De vez en cuando y por obra del destino o de lo que sea, dos caminos se cruzan al menos por un momento. Hay cabos sin atar y asuntos pendientes por resolver. ¿Quién nunca tuvo una asignatura pendiente? El que no, no va a faltar oportunidad. El que sí, y tuvo la oportunidad de cumplirla, debe saber a lo que me refiero, y el que la tiene o la tuvo y todavía no la cumplió debe imaginarse la satisfacción que sentiría al hacerlo, ya que seguramente resulte imposible vivir sin pensar en lo que nos falta y la adrenalina que experimentamos al entregarnos resignados a ese “poquitito más”.

Las asignaturas pendientes permanecen latentes todo el tiempo hasta que las cumplimos y dejan de ser lo que eran, para pasar a ser simples recuerdos o torturas materializadas. Nos hacen sentir… ¿omnipotentes? ¿Esa es la palabra? Puede ser, se me ocurre ya que más de una vez intentamos resignarnos a lo que creíamos utópico, y unas cuantas más, volvimos a perseverar en lo mismo, y eso me lleva a pensar… ¿la victoria más grande no es acaso la victoria sobre uno mismo?
De todos modos, unos meses después… la misma tarde,
en el mismo lugar yo, quién sabe dónde vos… me pregunto que ha pasado. Sé que es el tiempo el que ha pasado, seguro debe ser eso… Es que bueno, la vida siempre te lleva por caminos diferentes, y tu vida y mi vida son dos, y rara vez dos vidas son transitadas paralelamente.Y así como reconozco y hasta diría que acepto eso, confieso que voy a mentir cuando les diga que ya superé, que nunca hubo dolor en mi piel, que nada tuyo existe .

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